Cuando empezamos a planificar el viaje a Nueva Orleans decidimos reservar el fin de semana que íbamos a estar allí para alquilar un coche e ir a visitar alguna de las ciudades cercanas. Pensamos en acercarnos a Dallas o a Houston. Tras pensarlo un poco decidimos que, más que ir a visitar otra gran ciudad americana, de lo que teníamos ganas era de conocer y descubrir la América profunda. Esa parte de Estados Unidos más tradicional y que no sale tanto en los periódicos. Queríamos conocer alguno de esos pueblos que salen en las pelis americanas.
El proceso de búsqueda del pueblo en el que quedarnos fue fácil. No queríamos ir a ningún pueblo que fuera muy famoso ni conocido. El objetivo era ir al típico pueblo donde nunca pasa nada. Lo que hicimos fue entrar en airbnb y buscar donde poder quedarnos (Aprovecha nuestro cupón descuento para tu reserva con airbnb!). Buscamos en función de las fotos y las descripciones de los anfitriones, sin importarnos dónde exactamente estaba la casa siempre que se encontrase en el estado de Mississippi o Alabama. Al final encontramos esta casa y nos enamoramos de ella. Era justo lo que estábamos buscando, la típica casa americana en un entorno increíble. Así que les escribimos y nos aceptaron.
Era la casa de John y Dixie. Y estaba en el pequeño pueblo de Brandon, a las fueras de la ciudad de Jackson, en el medio del estado de Mississippi. Se trata de un estado tradicionalmente dominado por granjas y pequeñas ciudades dependiente de la agricultura y la ganadería. Se trata de uno de los estados más pobres del país con una de las menores rentas per cápita de todo Estados Unidos. Con un pasado marcado por la trata de esclavos y la segregación racial llama la atención que la bandera del estado aún tiene en su diseño el emblema confederado…
Alquilamos un coche en Nueva Orleans y nos dirigimos al Norte por la interestatal 55 dirección Jackson. Dejamos la ciudad cruzando por el tramo que sale de la ciudad por su lado oeste y que discurre por en medio de los dos lagos de la ciudad.
La mayoría de carreteras de Estados Unidos son enormes rectas infinitas en las que es muy fácil conducir. Salimos pronto por la mañana y paramos de comer en una de sus famosas y tan características franquicias: Waffle House. Repusimos fuerzas para seguir el último tramo de camino hasta el pueblo de Jackson…. El paisaje fue prácticamente el mismo durante todo el camino: verdes praderas pobladas por árboles bastante grandes.
Era la primera vez que alquilábamos un coche en Estados Unidos y todo nos parecía nuevo: sus calles, sus bares, sus cafeterías, sus coches, sus banderas…todo parecía sacado de una película de los hermanos Cohen. De hecho, la frase que más repetimos durante ese fin de semana fue: “como en las pelis”.
Llegamos a Brandon y no nos costó mucho encontrar la casa donde nos íbamos a quedar. Se trata de un pueblo de no más de 20.000 personas así que no tiene mucha complicación. La casa de John y Dixie está en la zona más alejada del pueblo en medio de un pequeño bosque a las afueras de Brandon. Nada más subir la última cuesta del camino reconocimos la casa y vinieron a recibirnos sus 3 perros. En seguida salieron Dixie con sus dos hijos, Matt y Lindsey, a recibirnos.
Desde el primer momento fueron muy amables con nosotros y nos trataron como unos miembros más de su familia. Cenamos esa noche con ellos y nos instalamos en el dormitorio de su hijo mayor, que ya no vivía en casa.
A la mañana siguiente, después de desayunar, cogimos el coche y salimos sin rumbo fijo. Fuimos conduciendo tranquilamente por los pueblos de los alrededores parando en aquellos sitios que más nos llamaban la atención. Prácticamente en cada esquina veíamos algo que nos recordaba a alguna peli: desde el estadio del equipo de fútbol americano del pueblo (con sus carteles de campeón estatal) a antiguas gasolineras que aún a día de hoy siguen funcionando.
Después de comer nos paseamos por los verdes alrededores del Bienville National Forest y así pasamos todo el sábado. Al llegar a casa: ¡sorpresa! Ese día era mi 30 cumpleaños y me habían preparado una tarta. Lo celebramos cenando juntos todos y comiéndonos la pedazo de tarta que había preparado Dixie.
Al día siguiente decidimos subir de excursión a Memphis, la ciudad de Elvis, a pasar el día por allí. Volvimos de allí cuando aún había luz y aprovechamos para ver atardecer en el porche de la entrada de la casa mientras jugábamos con los pequeños de la casa y con los 3 perros…
A la mañana siguiente nos despedimos de “nuestra familia yanke” y visitamos algunos pueblos de los alrededores mientras empezábamos el camino de vuelta a Nueva Orleans.
Fue una gran experiencia poder vivir unos días con una familia típica americana en un pueblo apartado de las masificadas ciudades del país, conociendo sus historias de primera mano y descubriendo pequeños rincones llenos de encanto.
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