Nuestro último capítulo de aventuras, al más puro estilo Indiana Jones, había acabado en Borneo. Ahí subimos una montaña de 4000 metros, dormimos en un sencillo campamento a orillas del río buscando orangutanes, caminamos por la densa jungla luchando contra el calor y por respirar una pizca de aire fresco… Así, tras quince días de haberle dado algo de tute al cuerpo, nos plantábamos en Indonesia.
Lombok, el paraíso de los surfistas
Volamos directos a Lombok y ahí caímos rendidos del cansancio. Decidimos darnos uno de los pocos caprichos del viaje y nos alojamos en un hotelazo. Dejábamos de ser mochileros por unos días para disfrutar de un mini resort con media pensión y piscina. Lo mejor: lo limpio y pulcro que estaba el baño! Su manager era un joven y moderno indonesio, apasionado por las motos y con una voz y temple particular que hizo que le apodáramos “el padrino indonesio”.
Estábamos a dos minutos de la playa de Selong, donde los novatos empiezan sus primeras clases de surf. Es una preciosa y extensa playa de arena blanca, donde se forman unas miniolas, casi de manual, perfectas para subirse por primera vez a una tabla de surf.
Así que no desaprovechamos la ocasión y nos animamos a hacer surf. Nos marcamos un día intenso de clase, casi 4 horas en el agua y bajo el sol… Cada uno tuvo un «teacher» indonesio que nos empujaba a coger la ola y nos gritaba cuando teníamos que levantarnos. Fue sinceramente divertidísimo. Lo que no pensamos es en como nos quemaríamos las piernas… como todo lo hacemos a la brava, no nos protegimos lo suficiente y ello nos pasó factura… Así que los próximos días nos alejamos del sol y la playa y nos dedicamos a recorrer parte de la isla en moto.
Luis había leído en algún lugar que en el centro de la isla había unos templos hinduístas muy interesantes. Tras esa pista nos subimos a la moto. Preguntábamos a los locales y sin estar muy convencidos de que nos llegáramos a entender condujimos dirección Tetebatu. Cruzamos varios pueblos, ciudades y acabamos perdidos en una zona de arrozales. Las señoras mayores se echaban las manos a la cabeza al vernos en la moto y pretender conducir por esas “carreteras”. Tras más de tres horas acabamos en el pueblo de Tetebatu. Le explicamos a un chico que hablaba un perfecto inglés lo que estábamos buscando y literalmente nos gritó: chicos, aquí somos todos musulmanes! ¿No habéis visto las mezquitas? Aquí no hay nada de budistas ni hinduistas!
Luis asoció ideas y me explicó que lo que había interesante en ese punto no eran templos, sino arrozales como los de Ubud en Bali (donde en cambio si puedes encontrarte templos hinduístas cuando los recorres). Con nuestro gozo en un pozo nos fuimos con este chico local, Eric, a comer a un bar local. Un warung indonesio en toda regla. Aprovechamos que Eric hablaba perfecto inglés para sacarle información de la isla y de cómo movernos. Descubrimos que es guía turístico y nos ofreció el plan de subir al monte Rinjani, segundo volcán más alto de Indonesia, por la ruta sur que habían abierto desde ahí recientemente. Bastante tentador pero lo que queríamos nosotros era volver a la playa y no hacer nada. Nuestra etapa montañera la habíamos dejado aparcada en Borneo... El camarero que nos atendió en el warung resultó ser un barman y dj que trabajaba en una de las islas de Gili. Trabajaba tres semanas y le daban una semana de descanso. Nos habló de Ibiza y de otras cosas… y llegamos a entender porqué necesitaba una semana de descanso cada tres.
Nuestra estancia en el resort tenía que llegar a su fin por el bien de nuestro presupuesto, así que nos trasladamos a Kuta. Ciudad muy bien ubicada en el sur desde la cual la mayoría de turistas-surfistas se mueven en busca de las mejores olas. En Kuta nos quedamos en una guesthouse muy familiar, con un ambiente muy auténtico, recién construida y dirigida por un simpático y espabilado chico llamado Joker. Pasamos ratos largos en playas espectaculares como las de Mawun o Tanjun Ann simplemente disfrutando de no hacer nada.
Por cierto, si buscáis fotos de «columpios» en nuestra galería…. lo siento, pero no nos hicimos ni una! (Instagram ha hecho mucho daño!)
Cuando estuvimos recuperados de nuestras quemaduras del sol, regresamos a Selong para alquilar una tabla de surf y aventurarnos nosotros solos a practicar. Saludamos con un “hi brother” a nuestros teachers surfistas y al agua patos! Pero las olas de manual del primer día no estaban en su sitio, el sol no brillaba y había una espuma extraña en el mar. Lo que había ahí era una tormenta en toda regla! Aún así pasamos un rato muy divertido en el agua, luchando contra las deformes olas, las corrientes y la intensa lluvia que caía. Yo apenas pude subirme a la tabla… pasar tantas horas en la moto me había pasado factura y me dolía, creo yo, la ciática…
Pero como somos masocas, al día siguiente, nos metimos otra paliza en moto para llegar hasta la Pink Beach. Condujimos por unos barrizales… porque carreteras a eso no se le puede llamar… Finalmente llegamos y se puede decir que el lugar es bonito, que la playa tiene su encanto. Pero no era un día muy soleado y la arena rosa no se veía por ningún lado. De hecho se empezó a oscurecer el cielo tanto que decidimos huir cuanto antes para escapar de la lluvia y no quedarnos atrapados en los barrizales… Nos habíamos planteado pedir “asilo” a algún local para pasar la noche si la cosa se ponía fea…
Al volver hacia casa cogimos otra carretera y fue toda una sorpresa. Una carretera en condiciones, nueva, solitaria, pegada al mar y con vistas a arrozales y acantilados. La felicidad de ir en moto nos invadía de nuevo.
En todos estos meses apenas habíamos usado nuestro botiquín. Pero fatalmente tuvimos que echar mano a los botes de probióticos… Unas cagaleras terribles nos pillaron por sorpresa a Luis y a mí… Estuvimos todo un día en cama moviéndonos solo para ir al baño y en busca de arroz blanco… Mi hermano Miguel Ángel y su mujer Cristina el año pasado también estuvieron en Lombok y también tuvieron problemas intestinales… Ellos los solucionaron con unas pastillas negras, muy negras, tal cual carbón, que venden en los supermercados… Nos confiamos y creemos que un zumo con un bloque de hielo picado, seguramente en el mismo suelo, fue lo que nos tumbó… Sólo nos faltaba esto para ser todo un pupas!
Esa misma mañana en la que yo apenas había dormido por la diarrea, Luis me despertó a golpes. Hacía días que había optado por dormir con tapones para no despertarme con la matutina llamada del almuecín de la mezquita vecina. Luis no conseguía despertarme y acabó sacándome a estirones de la habitación y me gritó que el suelo estaba temblando. Lo que nos faltaba! UN TERREMOTO!! Yo no sentía nada, estaba débil y empezaba a ver todo de color blanco con tonos verdosos… Le dije a Luis que ya no veía nada y me desmayé. Me desplomé, así tal cual. Me desperté ya sentada con la cabeza mojada y con Luis diciéndome que no dejara de respirar. El pobre Luis casi se muere ese día del susto, un terremoto y un sucesivo desmayo de su novia, lo dejaron temblando el resto del día.
Habíamos mejorado de la diarrea y seguíamos con ganas de hacer surf. Nos habían hablado de la bahía de Gerupuk. Es otra zona donde supuestamente los principiantes pueden también atreverse a subirse a una tabla. Para llegar a la ola hay que ir en una barquita, al otro lado de la bahía. No se hace pie y hay que remar mucho, pero que mucho, entre ola y ola. Y así fue, que apenas recuperados, nos animamos a ello. Bueno, Luis se animó a ello. Yo entre el desmayo, la diarrea y la ciática por la moto, no quise morir en el intento. Esta vez nuestro teacher se presentó a nosotros como coach-surfer. Un chavalín de 21 años quien nos dió toda una introducción de la cultura surfer y de “normas” de seguridad a la hora de surfear. En la playa de principiantes esta charla no la habíamos tenido… Luis se lanzó al agua con todas sus fuerzas. Pero ola tras ola fue perdiendo fuelle. Las olas eran grandes, las distancias más largas aún… el coach no hacía más que insistir en que siguiera remando… pero Luis estaba blanco y necesitaba descansar. Diarrea y arroz durante dos días no eran la mejor combinación para lanzarse a surfear en Gerupuk. Luis consiguió surfear una ola y eso le bastó para ser feliz y prometer que este verano remaríamos dos veces a la semana para ponernos en forma y volver a Gerupuk a por la revancha.
Llevábamos diez días en Lombok y viendo que no estábamos aún para surfear, decidimos cambiar de isla e irnos a Bali. Ahí al menos podríamos alquilar una moto y descubrir un poco esta isla con algo más de historia.
En la popular isla de Bali…
Los locales nos dijeron que había un ferry lento muy barato que cruzaba a Bali y que cada hora salía uno. Yo desde el principio no me creía lo de que cada hora salía uno. Era imposible que existiera tal flota de ferrys que comunicaran las dos islas. Al llegar al puerto sacamos nuestra conclusiones. El ferry salía cuando estaba lleno. Y punto. Cuando habían conseguido llenar toda la bodega con camiones, autobuses y ya no cabía ninguna moto más en los huecos libres, subían la rampa y el ferry zarpaba. Así que entre furgonetas, ferrys y más furgonetas, tardamos todo un día en cruzar a Bali y llegar a Ubud.
Ubud está casi en el centro de Bali. Resulta ser un punto estratégico para descubrir esta isla. Y eso debe ayudar a que sea una ciudad tan turísticamente desarrollada. Nos chocó ver atascos en la calle principal, tantos restaurantes westerns y tanto “blanco-yogui” atrapado en sus mantras… Sí, Ubud tiene su rollo pero puede desvirtuar lo que uno espera de Bali. Así que nos subimos a la moto y empezamos nuestro mini road trip balinés. Nos dirigimos al noroeste.
Disfrutamos perdiéndonos buscando las famosas terrazas de arroz.
Visitamos nuestro primer templo, Pulu Ulun Danu Beratan, famoso templo sobre el lago y que todo tour te lleva aquí.
Encontramos durante nuestra ruta múltiples icónicas puertas balinesas.
También cruzamos los lagos Danau Buyan y Danau Tamblingan subiendo las montañas hasta llegar a la aldea de Munduk. Ahí pasaríamos la noche para al día siguiente seguir hacia el noreste. Todo aquel que pasa por esta isla o por Lombok hace parada en alguna cascada. Hay cientos de ellas, algunas más famosas, explotadas, más caras, escondidas o desiertas. Nosotros decidimos ver sólo una, la red Coral Waterfall. Un fuerte y alto chorro que cae de la piedra.
Al llegar al norte las playas eran negras, de tierra volcánica. Seguimos conduciendo hasta tener que desviarnos hacía el interior. La carretera empeoraba y cada vez era más empinada. Llevábamos bastantes horas subidos en la moto y cada poco tiempo teníamos que parar a descansar… De casualidad paramos en el Templo Ulun Danu Batur, el segundo más grande de la isla.
A pesar de ello apenas hay turistas porque no está bien comunicado y no está en la ruta de los tours. Así que pudimos disfrutar de este templo hinduísta para nosotros solos. Lo mejor del templo es la parte trasera que tiene unas vistas impresionantes al volcán Batur y a la montaña Agung, la más alta de Bali.
La última etapa de este largo día acababa en las faldas del volcán Batur y el lago Danau Batur. El sitio era muy bonito. Pero desde que habíamos emprendido nuestro road trip al norte no dejaba de lloviznar… conducir siempre lloviendo era un rollo y la idea de subir al volcán de madrugada bajo la lluvia no nos seducía para nada. Así que paseamos por el lago, tomamos varias fotos y a la mañana bien temprano emprendimos nuestro camino de regreso hacia Ubud. Antes de llegar a Ubud paramos en Tirtha Empul Temple. Un templo muy visitado y conocido por sus chorros de agua sagrada. Tuvimos suerte de llegar temprano y poder ver a los locales bañarse y hacer su ritos. Ya pasadas las diez de la mañana aquello se parecía más a un circo que a un lugar sagrado. Westerns con sus pareos pretendían entender los ritos y se bañaban tal fueran hinduístas empedernidos en los mismos chorros.
Regresamos a Ubud según lo programado. Habíamos calculado nuestro regreso para el día 27 de marzo antes de las 15h. Nos gusta movernos con cierta flexibilidad e improvisar. Pero aquí no podíamos fallar. Día 28 es el Nyapi, el año nuevo para los balineses y se le conoce como el Silent Day. La isla se paraliza y todos sus habitantes se quedan en sus casas. Nadie sale a la calle, los comercios están cerrados, en muchos sitios no hay electricidad, no hay coches ni motos que circulen, no hay transportes, no hay ferrys, por no haber no hay ni vuelos! Y los turistas estamos obligados a respetar esta antigua tradición quedándonos en nuestro hotel.
El día 27 los balineses preparan la llegada del año nuevo. Sacan a la calle sus comparsas y estatuas a pasear, tal como nuestras procesiones pero con un toque fallero. La intención es asustar y alejar a los espíritus malignos y día 28 el silencio reina la isla para convencer a estos espíritus que no hay nadie a quien atemorizar. Así es que día 28 nos pasamos todo el día en el hotel, leyendo, durmiendo, organizando un poco los siguientes días, etc.
Canggu, bienvenidos a «hipsterland»
Dejamos Ubud, la meca del yoga, para ir a Canggu, la meca de los hipsters. Es la zona surfera de Bali y está llena de restaurantes muy guays, de gente estupenda y de tiendas muy chic con precios muy chic. La zona tiene su atractivo y está cerca de largas playas en las que es difícil bañarse. Hacer surf tampoco es tarea fácil… las olas son grandes y asusta verlas…
En Canggu nos alojamos en uno de los guesthouse más baratos de la zona. Pero resultó ser toda una maravilla. Nuevo, limpio (cada día nos limpiaban el cuarto) con aire acondicionado y con una piscina a estrenar. Mader, su dueño, nos recibió con los brazos abiertos tal cual padre. Todo un budita que emanaba paz y armonía. Ahí conocimos a Isaac y Silvia. Dos veinteañeros catalanes que habían renunciado al trabajo y que estaban también viajando una larga temporada. Ellos nos enseñaron Canggu de primera mano y aquellos lugares en los que disfrutar y no caer en el gasto desorbitado de los chiringuitos más hipsters del lugar. Chicos gracias por cargarnos el disco duro con tantas pelis y series!!!!
En Cangguu coincidiramos dos días con Ester y Xavi, dos amigos de Mallorca que empezaron a viajar dos semanas antes que nosotros y a los que no habíamos alcanzado aún. Luis es muy amigo de Xavi y Ester pero yo no los conocía. Nuestra relación se iba afianzando audio tras audio en el whatsup. Parecíamos dos novios que se habían conocido en un chat del desaparecido Terra… Nos dieron consejos de aquellos países que pisaban antes que nosotros y, cuando los adelantamos les fuimos devolviendo el favor. Algún día que otro los audio acababan por contar las miserias del mochilero – rata en clave de humor. En Cangguu fueron dos días de ponernos cara, de ponernos al día, de darnos mútuos consejos viajeros, de reírnos de todos los audios que nos hemos ido enviando estos meses, de comer bien pero que muy bien… y de celebrar juntos el 30 cumpleaños de Xavi. 🙂
Con ellos también hicimos de turistas y nos acercamos al templo de Tanah Lot. Aquel sobre el mar y del que dicen que se ven unos atardeceres espectaculares… Si, si la lluvia no amenaza y si los cientos de hormigas-turistas que invaden el lugar te dejan disfrutar las vistas como toca…
En Canggu también coincidimos con un antiguo amigo y compi de curro de Mallorca, Tony. Curiosamente también gran amigo de mi hermano mayor y quien me conoce desde chica. Con Tony compartimos nuestro pasado laboral: miserias e historietas en largas y, a veces, surrealistas jornadas de rodaje de algún anuncio para televisión. Tony nos tenía que haber dado una clase de surf, pero nuestro temor a destrozarnos antes de ir a Komodo frenó nuestras ganas surferas… Tony nos explicó el proyecto en el que está involucrado a día de hoy y nos quedamos perplejos con su energía y esfuerzo. Todo un verdadero emprendedor. Que se rían aquellos que montan su negocio en Europa…
Komodo, la mejor experiencia de nuestras vidas
Sí, suena muy rotundo y contundente. Pero Komodo ha sido sencillamente maravilloso. Estuvimos bastante tiempo investigando cómo bucear en Komodo sin arruinarnos y en un barco en condiciones. Finalmente encontramos al equipo de Wunderpus y nos enrolamos con ellos cuatro días a bordo de su barco llamado Mimic. Un vida a bordo “on budget” que no tiene nada que envidiar a cualquier velero de lujo.
Pasamos cuatro días con una pareja de recién casados, él malayo y ella indonesia, con una señora inglesa digna de ser protagonista de cualquier novela de aventuras, y con un equipo indonesio fabuloso. El día a día consistía en levantarse con el amanecer, bucear en alguno de los mejores sitios del planeta y salir emocionados del agua, comer, dormir, bucear más, comer más… Hemos comido en el barco mejor que en cualquier otro lugar. Increíble pero cierto.
Hemos conocido a gente estupenda que seguro que coincidiremos en algún otro lugar. Y, lo más importante es que hemos disfrutado de nuestra gran pasión. Bucear en Komodo quiere decir bucear en coral, disfrutar de sus cientos de variedades, formas, colores…
Bucear aquí es también quedar atrapado en bancos de peces y marearse por la cantidad de peces que a uno le rodean… quedar paralizado ante las espectaculares manta rayas y los numerosos tiburones que nadan libremente… es jugar con las corrientes y las mareas…
Es simplemente MARAVILLOSO. Y sí, ya estamos pensando la manera de ahorrar dinero para volver.
Un día bajamos a tierra firme y subimos a una pequeña colina a ver atardecer. Las vistas eran impresionantes y nos mostraron que Komodo es más que solo su fondo marino.
Y, como no, también visitamos la isla de Rinca en busca de los dragones de Komodo. Hicimos un pequeño trekking para verlos en libertad. Curiosamente los ejemplares que vimos estaban cerca de las casetas del ranger, de la cocina para ser más exactos. Descubrimos que son animales carnívoros y caníbales… Todos unos godzillas en potencia.
Nuestro último día en Bali lo pasaríamos en Kuta. Nosotros lo apodamos “Tu Kuta Madre”. Podemos decir que es la ciudad menos hospitalaria, más turística, más artificial y más fea que hemos visto estos meses. Es hasta peor que nuestro Magaluf.. Está pegada al aeropuerto, así que es fácil acabar aquí una noche antes o después de coger un vuelo. Aquí como despedida nuestra nos alojaríamos en el mismo hotel que uno de mis mejores amigos, Iván. Aquí esperaríamos la llegada de Iván y el resto de amigos, para darles la bienvenida a esta ciudad y a este impresionante continente que muchos de ellos pisarían por primera vez.
Ahora sí, después de un mes nos despedíamos de Indonesia para dirigirnos a Tailandia. Ahí nos encontraríamos con la madre y el hermano de Luis. Compartiríamos juntos diez días de viaje y ruta por este país. 😉
Hola Luis y rosa soy Andoni y nosotros marchamos para indonesia en pocos días, como mochileros de bajo presupuesto me he quedado con los sitios que habéis dormido en lombok y Bali bueno, bonito y barato, Aaaah y con piscina algunos!!! podrías decirme nombres y precios.
Gracias y un saludo.
Seguid disfrutando.
Hola Andoni!
Gracias por escribirnos!
En el mismo post tienes los nombres de las Guesthouses donde dormimos con enlace a booking para que puedas hacerte una idea de los precios. Pero ya te digo que nosotros nuestra media eran máximo máximo máximo 15€ por noche los dos en total.
Aunque en Lombok nos dimos el capricho y estuvimos en The Gazebo, con piscina y media pensión. Al cambio nos costó 24€ la noche en total.
Luego también estuvimos en Imelda, más céntrico en Kuta, que nos salía al cambio por unos 9€ la noche los dos. Super recomendable, pero no tiene piscina! aunque está a menos de 5 minutos a pie de la playa cercana.
En Bali, estuvimos en varios sitios ya que recorrimos la isla. En Canggu super recomendable Nyoman Guesthouse, y SI tiene piscina! casi a estrenar!
Si os alojáis donde nosotros, mandad muchos saludos a su gente!
Si te queda alguna duda, escríbenos de nuevo! Pasadlo muy muy bien chicos!
un abrazo!
rosa & luis
Andoni!
cuando digo mismo post, perdóname que me he liado,
aquí tienes el link a nuestra ruta por Indonesia, donde si podrás ver claro los hoteles y precios!
disfrutadlo!
https://www.prismatravelblog.com/un-mes-de-ruta-por-indonesia/
Espero que no sea el último viaje! Disfrutad del buceo en mallorca 🙂
Isaac&silvia
Seguro que no será el último!!! Disfrutad vosotros también el resto de vuestro viaje y el buceo en Komodo! Nosotros estuvimos hace un mes y fue una experiencia increíble!! Y si venís a Mallorca este verano ya sabéis, nos avisais!! 1 abrazo! Luis & Rosa