Myanmar fue uno de los países que más nos gustaron de nuestra ruta mochilera por el sudeste asiático. Y del que nos arrepentimos de haberle dedicado tan poco tiempo y no haber explorado más o llegado al sur, tan poco explotado y desconocido aun para muchos. Myanmar es un país que está cambiando a pasos agigantados. Amigos que habían estado pocos años atrás nos contaron experiencias y contado detalles de lugares que cuando llegamos nosotros ya habían cambiado y perdido aquel encanto que nos relataron. Es difícil encontrar información realmente actualizada sobre el país, porque como ya os decimos, el ritmo al que se está abriendo y cambiando es vertiginoso. Algunos avances entendemos que son para bien y otros, en cambio, parecen que diluyen la “imagen” tan especial y auténtica que uno espera de este país. Hubo un momento que tuvimos la sensación de que como turistas teníamos que pagar extra por todo, por el pase arqueológico, por entrar a una pagoda, por el pase a otra zona arqueológica diferente que no entra en el otro pase, por acceder a la región del lago Inle, precios especiales para el transporte… y así en numerosas situaciones que nos dejaron una sensación algo agridulce. Aun así, nuestras impresiones tras medio mes recorriendo Myanmar los dos solos fueron bastante buenas (y con ganas de repetir!).
Desde el extranjero parece que la situación política es inestable e incluso peligrosa. Aun más en los últimos meses con la crisis de la tribu de los rohingya. Pero a nivel personal, no vivimos ninguna situación «extraña» a destacar ni nos sentimos en peligro en ningún momento. Es cierto que a los turistas extranjeros se nos permite visitar el país siempre dentro de ciertos recorridos y circuitos. Además se nos pide el pasaporte a la hora de comprar cualquier ticket de transporte, tanto sea un ferry que cruza un corto canal como en un tren de más de 10 horas… Hay que recordar también que para ir a algunos lugares fronterizos es necesario tramitar un permiso con el gobierno birmano.
Nos resultó muy fácil movernos por el país, hay numerosos autobuses, ferrys, trenes, taxis privados o compartidos, incluso vuelos internos. Además la mayoría de opciones son bastante asequibles. Lo que nos permitió, sin tener un itinerario muy definido al llegar, ir improvisando día a día nuestra ruta en el país. Respecto al alojamiento hay que decir que no es tan barato ni tan decente como en otros países de Asia (aunque casi todos incluyen buenos desayunos). Lo que uno paga por una habitación doble muy “normal” en Myanmar es casi igual a lo que cuesta una habitación top en Tailandia… Lo que si nos gustó mucho fue la comida. Además hay muchísimos bares donde poder desayunar platos típicos e incluso parecidos a los nuestros, como una especie de churros! Fuimos adictos a las ensaladas de hojas de té y a las ensaladas de aguacate.
Myanmar es conocido por ser el país de las sonrisas. La gente es muy amable, cercana y siempre te responde con una sonrisa de oreja a oreja. Pero la mayoría de veces, no es una sonrisa blanca… sino más bien teñida de rojo debido al tabaco que mascan! Myanmar es un país de arraigadas tradiciones y a nosotros nos gustaban esos momentos en que no hacíamos nada más que ver pasar el tiempo y observar a los birmanos en su día a día. ; )
Al llegar a Yangón contábamos con un as en la manga. Ya que nos recibiría una amiga de Luis que nos haría de anfitriona y nos daría las pautas para poder disfrutar de Myanmar tranquilamente por nuestra cuenta. Es cierto que nuestra ruta fue muy improvisada, íbamos decidiendo día a día según lo que nos pedía el cuerpo. Por ello puede que resulte incluso ilógico nuestro recorrido: YANGON – MANDALAY – PYIN Oo LWIN – HSIPAW – BAGAN – INLE – YANGON …
Estuvimos un total de 17 días en Myanmar: 2 de ellos con nuestra amiga Aída y 15 días recorriendo y conociendo el antiguo país birmano.
A continuación os dejamos un resumen día a día de nuestro recorrido en Myanmar, incluyendo los links de dónde nos hospedamos y unas recomendaciones finales tras nuestro paso por el país. Así si estáis pensando en viajar a este país, tenéis aquí una pista por donde empezar y una pequeña guía de donde sacar alguna idea para organizar vuestra ruta por Myanmar y ver lo imprescindible de este auténtico país. Sentimos no mostraros muchas fotografías… pero por aquel entonces nuestra cámara ya nos fallaba y apenas pudimos tomar muchas fotos…
Itinerario para recorrer Myanmar en 15 días, por libre!
Día 1: aterrizamos en Yangón, la capital de Myanmar
Nuestra llegada a Yangon fue sinceramente muy fácil (y acogedora!). Aída, una alumna de Luis, organizó que nos recogiera un empleado de su escuela y nos llevara a su casa. Así que de “mochileros trotamundos” pasamos a ser “turistas acomodados”. Llegamos a casa de Aída, nos pegamos una buena ducha y salimos a pasear por el barrio siendo así nuestra primera toma de contacto con el país. Alucinamos con el ambiente de la calle y la cantidad de bares tan similares a los que podemos encontrar en España. Nuestra amiga llegó a media tarde, nos pusimos al día y nos dio varios consejos para organizar nuestra ruta por Myanmar.
Día 2: visitamos la capital, Yangon (o Rangún)
La casa de nuestra amiga Aída estaba a las fueras del centro y la mejor opción para llegar a éste era el tren. Yangon tiene un tráfico horrible, y a pesar de que los taxis son muy baratos, a veces no suelen ser la mejor opción… Así que cogimos la llamada Circular Lane. Es un tren que rodea la ciudad y que conecta los barrios y pueblecitos del extra radio con el centro. Es un modo de transporte utilizado por los locales y últimamente muy popular entre los turistas. Es excesivamente barato (alrededor de 100 kyats por persona, 0’057€) y suele pasar cada veinte minutos.
La primera parada del día, recomendada por Aída, fue el parque de “People’s Park & People’s Square”. Es un parque en el que los locales van a pasar el día y en el que es raro ver algún turista como nosotros. Aunque tiene un toque kitsh, es un modo de poder curiosear y ver como los birmanos disfrutan de su tiempo libre.
Segunda parada y que uno no puede perderse, es la Shwedagon Pagoda. Es uno de los símbolos de la capital y uno de los templos más importantes de todo el país. Al atardecer, muchos días y desde la lejanía puede verse como se refleja el sol en la estupa principal, de más de 100 metros de altura y recubierta de oro. La entrada tiene un coste de 8000 kyats por persona (4’60€ aprox) y podéis acceder por ella por diferentes entradas. Nosotros lo hicimos por la «South Entrance» y nos fascinó las grandes estatuas de las puertas principales.
Os tendréis que descalzar para entrar en el templo. Tendréis que dejar los zapatos en una especie de guardarropa que veréis en los accesos, o sino os recomendamos que os llevéis una bolsita de tela para cargar con vuestros zapatos. A pesar de que esta pagoda sea un punto turístico muy importante, no deja de ser un lugar de culto para los birmanos. Así que uno puede observar y disfrutar de como los birmanos practican sus ritos religiosos a espaldas de nuestra curiosa mirada.
Durante esta larga mañana paramos también en el Bogyoke Scott Market. Es un mercado bastante concurrido donde hay un poco de todo, artesanía, telas, joyas, souvenirs… Compramos nuestro parche del país y continuamos con la ruta por el centro.
Otro lugar casi de parada obligada y otro icono de la ciudad es la Sule Pagoda, ubicada en una rotonda en una de las avenidas centrales de la ciudad. El acceso es 3000 kyats por persona (1’75€ aprox). Pero si queréis una buena foto, os recomendamos que os acerquéis al puente peatonal que cruza la misma avenida.
Si buscáis alojamiento en Yangon, esta zona de la Sule Pagoda es donde se encuentran la mayoría de hotelitos y hostales.
De ahí nos acercamos a la zona donde está el Ayuntamiento, el City Hall, y el parque de la Independencia con su imponente obelisco. Los vestigios coloniales están presentes en la arquitectura y fachada de los principales edificios de la zona. Si uno bordea los laterales del parque, encontrará numerosos puestos de comida callejera. Hay algún que otro puesto solo para los más valientes, como aquellos que tienen una especie de parrilla llena de tripas de cerdo…
Siendo ya tarde, volvíamos a pie a la Estación Central de tren para gestionar nuestros billetes para el día siguiente y volver directos a casa. Nuestra sorpresa fue ver la auténtica fachada principal del edificio y ver como el tiempo parecía haberse detenido en esta estación.
Día 3: visita express al pueblo de Dalla y traslado a Mandalay
A primera hora de la mañana nos acercamos de nuevo a la plaza de la Independencia y tras negociar con las chicas de la oficina de información turística, dejamos nuestras mochilas en un guardarropa improvisado de la oficina. De ahí nos vamos a pie al muelle a coger el ferry que nos cruza al pueblo de Dalla. El viaje se hace con un barco que cruza el río cada quince minutos y que a los extranjeros nos cuesta 2000 kyats por trayecto (1’15€ aprox). Cruzar el río con este ferry es en sí todo un espectáculo.
Llegamos al muelle de Dalla y numerosos taxistas, tuktuks, bicis… esperan al turista para hacerles el recorrido por las zonas más populares de Dalla, la “bamboo area”, el fishmarket, el fishvillage y su pagoda… Nosotros nos ponemos a caminar y decidimos dar un paseo por el pueblo y por las cercanías del río, ya que tenemos que volver pronto a Yangon para coger un tren.
A las 5 de la tarde nos subimos al tren nocturno que nos lleva hasta Mandalay. (Nos cuesta 12750 kyats por persona la ida, 7’34€ aprox). Nos sorprende la buena pinta que tiene nuestro vagón privado con literas. Pero las buenas impresiones se desvanecen cuando el tren se pone en marcha… aquello se mueve más que una atracción de feria!
Día 4: llegada a Mandalay y primera visita a la ciudad
Llegamos a la ciudad de Mandalay a las 7.45h de la mañana. Ha sido una noche larga y bastante fría! Vamos primero de todo, tras negociar con un motocarro en la estación, a nuestro hotelito, el E1 Motel. Es un hostal de los más económicos de la zona, limpio, aceptable y regentado por unas chicas muy amables. Lo mejor, un bar que tiene justo al lado!
Nos ponemos en marcha y vamos primero de todo a visitar el Royal Palace. ¡Atención que la entrada para extranjeros, es la que está ubicada en la “East entrance”! Nosotros nos equivocamos y nos tocó caminar y rodear las murallas… Decidimos pagar la entrada de 10000 kyats -5’75€- que da acceso a este Palacio y a otras zonas arqueológicas de Mandalay y que es válido durante 5 días. El Palacio Real tiene una larga e importante historia, fue la residencia de la última monarquía birmana a finales del siglo XIX; durante la II Guerra Mundial quedó bastante afectado y al final de los años 90 se reconstruyó gran parte siendo hoy principal símbolo y punto turístico de Mandalay.
Tras la visita al Palacio ponemos rumbo al cercano monasterio de Shwenandaw Kyaung, un templo budista del siglo XIX completamente tallado en madera de teca. (Si tenéis la entrada que os hemos comentado antes, haced uso de ella aquí para evitar pagar otra vez!).
Desde ahí seguimos con la ruta de las pagodas y vamos hasta la Kuthodaw Pagoda, conocida por albergar “el libro más grande del mundo”. Tiene 729 estupas y cada una cuenta con una inscripción labrada en piedra de escrituras sagradas budistas. Por ello que se le diga que esta pagoda tiene el libro más grande del mundo ; )
Para acabar el intenso día, y tras regatear con un taxista, subimos al “Mandalay Hill” a ver el atardecer. En la cima de la colina está la Su Taun Pyae Pagoda, desde donde se divisa toda la ciudad. Pagamos la entrada de 1000 kyats por persona (0’57€), y observamos como los monjes budistas salen también a ver el atardecer y a charlar con los visitantes. Se dice que estos monjes aprovechan la afluencia de turistas para practicar su inglés!
Día 5: visita en ferry a la ciudad arqueológica de Mingun
En los alrededores de Mandalay se encuentran varias ciudades con gran interés arqueológico, como Ava, Sagaing, Mingun y Amarapura. Nos decantamos por la cercana Mingun a la que se llega tras un paseo en barco por el río Ayeyarwady. El ferry sale a las 9h de la mañana y regresa a las 12.30h. Cuesta 5000 kyats por persona ida y vuelta (2’88€ aprox.). Una vez llegados a Mingun, hay que pagar la entrada correspondiente para acceder a esta zona arqueológica, 5000 kyats por persona (la entrada global del Palacio Real aquí no es válida…). El recorrido se hace fácilmente a pie y se van cruzando varias ruinas y monumentos de interés como su famosa pagoda inacabada por el fuerte terremoto de 1839, la enorme campana, la resplandeciente pagoda blanca Hsinbyume Myatheindan, etc. Hay que decir que es un lugar bastante turístico y en el que no faltan los puestos de souvenirs y los birmanos que están a la caza del turista. A mi la visita me gustó bastante pero a Luis le pareció demasiado enfocado al turista…
Al volver a Mandalay, negociamos con un motocarro por 12000 kyats ida y vuelta (6’90€), que nos lleve a ver el atardecer al famoso y fotogénico puente conocido como U-Bein Bridge. Aquí nos relajamos caminando por el singular puente y tomando una cerveza viendo caer el sol.
Día 6: traslado a Pyin Oo Lwin
La dueña del hostel en Mandalay nos organiza un taxi compartido para llegar hasta Pyin Oo Lwin, antigua capital de veraneo de los administradores coloniales británicos. Por 9000 kyats (5’18€ aprox) nos lleva a los dos hasta este pueblo a tan solo 67 km de Mandalay. Nos alojamos en Orchid Nan Myaing Hotel, la antigua casa del gobernador británico. Un recinto donde los barracones han pasado a ser habitaciones para huéspedes.
Nos prestan unas bicicletas y nos vamos al centro de Pyin Oo Lwin a curiosear. Nos acercamos al City Hall, cruzamos una avenida llena de mansiones coloniales, paseamos por el auténtico mercado principal y decidimos pagar la entrada y recorrer a pie los Jardines Botánicos. Nos cuesta 6500 kyats por persona (3’75€) y descubrimos rincones llenos de orquídeas y un trozo de bosque de bambú. Una visita totalmente inesperada y que nos sorprende gratamente.
Volviendo en bicicleta, cruzamos de nuevo el centro y vemos como los carruajes tirados por caballos aun siguen en funcionamiento en esta parte del país.
Día 7: nos vamos al norte, viaje en tren a Hsipaw
Días atrás nos habíamos visto atrapados en el circuito turístico y sentido algo agobiados yendo a los mismos lugares que el resto de turistas. Sí, somos así… Queríamos poder disfrutar a nuestro ritmo y conocer un poquito más el auténtico Myanmar. Tras una recomendación de una amiga mallorquina que había visitado el país años atrás, decidimos irnos un poco más al norte, a Hsipaw y conocer un poco este estado Shan. Nuestro tren iba a llegar con cuatro horas de retraso, algo que nos tomamos con filosofía mientras bebíamos té en el bar de la estación. El tren nos cuesta 2750 kyats por persona (1’59€ aprox), y resulta que los asientos del lado izquierdo son los más codiciados por tener mejores vistas sobre el viaducto Gokteik. Éste es el puente más alto del país, finalizado en 1900 y hoy en día aun en funcionamiento. Dicen que este recorrido en tren es uno de los más espectaculares de todo el sudeste asiático… y sinceramente nos alegramos de haber tomado la decisión de viajar en este tren hacia el norte del país.
Pasamos todo el día en el tren disfrutando del paisaje y viendo como suben y bajan los birmanos. Para cruzar las colinas del estado Shan, el tren las sortea haciendo un curioso zigzag y, cuando se asoma al viaducto se ralentiza para cruzar los más de 700 metros de este puente. Toda una prueba para mi miedo a las alturas!
Ya de noche llegamos a la estación de Hsipaw y a pie nos vamos a nuestro hotelito, el Ever Green Hotel, regentado por un curioso señor que nos advierte que aquí no hablan birmano sino shan.
Día 8: caminando por el centro de Hsipaw
A pie nos acercamos al centro y nos perdemos por el bazar matutino y las tiendas del mercado. Seguimos caminando por la calle principal y vemos donde está el Charles hostel, frecuentado por jóvenes mochileros y desde donde salen algunos tours y trekkings por las aldeas cercanas. Oímos gritos que salen desde el campo de deportes cercano y sin dudarlo entramos a ver. Cantidad de niños con sus túnicas budistas están jugando un partido de fútbol. Es una estampa muy curiosa y divertida para occidentales como nosotros y que acaba siendo de las imágenes más bonitas que recordamos del país.
Llegamos hasta el Old Shan Palace, una visita muy recomendable y que ayuda a entender un poco la historia de este estado Shan. Familiares del antiguo príncipe Shan siguen cuidando el palacio y abriendo sus puertas de 3 a 5 de la tarde a todo visitante que quiera conocer un poco más lo que ocurrió en el país y en esta zona tan castigada por la dictadura militar. De hecho, un modo con el que este matrimonio se financia es con las donaciones por la compra del libro “Twinlight over Burma”. Este libro es la biografía de Inga, de origen austríaco y mujer del último príncipe Shan, que cuenta en primera persona su experiencia en Myanmar y la situación política tan complicada que les toca vivir.
Tras la dosis de realidad seguimos paseando hasta las ruinas de “Little Bagan” y el monasterio de teca con su Buda de bambú. Estamos prácticamente solos disfrutando del lugar. Nos entra el hambre y descubrimos el agradable “Popcorn Garden Restaurant”, con una terraza al aire libre y con vistas sobre su propio huerto.
Volvemos a nuestro hostel tras un largo día deambulando por la ciudad. Para cenar cruzamos la calle y entramos en “San Restaurant”, regentado por una familia muy agradable con rasgos marcadamente chinos.
Día 9: nos organizamos nuestro propio trekking por Hsipaw
Decidimos calzarnos las botas de montaña y caminar hacia las afueras de Hsipaw con ciertas indicaciones de nuestro recepcionista. Nos comenta que hay ciertas rutas que es mejor evitar ya que alguna vez hay riñas entre aldeas e incluso zonas a las que se necesita un permiso especial para cruzar. Nos tomamos las cosas con calma y cogemos un desvío detrás del mismo Shan Palace que nos conduce a zonas de cultivo y a descubrir un poco la vida rural de este lugar. Caminamos hasta encontrarnos paralelos al río y unirnos a las mismas vías del tren.
Tranquilamente deshacemos el camino y volvemos a comer de nuevo en el Popcorn Garden Restaurant.
Volvemos a casa a media tarde a descansar y a organizar un poco nuestros siguientes días en el país.
Día 10: llegamos hasta las «aguas termales» de Hsipaw
Tenemos todo el día por delante antes de trasladarnos a Bagan con el bus nocturno. Así que nos ponemos las botas de nuevo y caminamos en dirección contraria a la de ayer. Llegamos a las afueras de Hsipaw y cruzamos un monasterio en el que hay un Buda enorme con un dedo señalando de forma desafiante, algo inusual en las estatuas de Buda… Y justo en la entrada de este monasterio encontramos una «Mini Golden Rock». Parece una reproducción de la famosa y gigante Golden Rock que está al sur de país y que por falta de días no visitaríamos…
Cruzamos el cementerio y varios campos de cultivo que bordean el río. Seguimos caminando y pasamos una pintoresca aldea que nos lleva hasta la presa. Una vez ahí, nos acercamos a la zona más ancha del río y vamos en busca de estas “bañeras” termales. Acabamos compartiendo baño con una simpática familia shan con la que intentamos intercambiar algunas palabras.
Volvemos a casa y compramos algo para cenar en nuestro bus hasta Bagan. No hay muchas opciones para llegar hasta Bagan desde Hsipaw, así que nos toca subirnos a este autobús nocturno, más viejito que otros que habíamos visto, e intentar dormir las 12 horas de trayecto. Nos cuesta 17.300 kyats por persona (9’95€ aprox) y saliendo a las 6.30 de la tarde nos deja en Bagan a las 5h y poco de la madrugada…
Día 11: llegada matutina a Bagan
Llegamos en plena madrugada a la nueva estación central de autobuses que queda algo alejada de la ciudad. Bagan se divide en New Bagan, Old Bagan y Nyaung U. Nos toca negociar un taxi que nos lleve a nuestro hotel ubicado en New Bagan. Siendo pareja y por muy poca la diferencia podemos tener una habitación privada en vez de dormir en un hostal mochilero en la zona más económica de Nyaung U… Estamos tan cansados que nuestras técnicas negociadoras con el taxista se ven mermadas por las ganas de llegar a una cama en condiciones… De camino al hotel pasamos una de las barreras que dan paso a la zona arqueológica de Bagan y en la que hay pagar si o si, 25000 kyats por persona (14’39€ aprox). Hay que conservar el ticket -válido por cinco días- para poder visitar los templos y recorrer la zona en caso de que algún oficial nos lo pida. Nos alojamos en Bagan Central Hotel regentado por unas jóvenes chicas que parecen tener turnos de 24 horas… Llegamos tan pronto que no podemos entrar aun en la habitación… se nos pasa por la cabeza ir a ver el amanecer, pero estamos tan muertos de cansancio que caemos rendidos en los sofás de la recepción.
Una vez ya instalados nos vamos a comer como unos auténticos locales al Rose Café, justo enfrente del concurrido Ostello Bagan Guesthouse. La terraza no tiene pérdida y disfrutamos siendo de los pocos extranjeros que se animan a tomar algo en este restaurante. Tanto nos gusta que repetimos cada día.
Ya recuperados y con más fuerzas, nos acercamos al mostrador de Momo, la chica que se encarga de «Oh La La tours» y que está justo pegado a nuestro hotel. Le alquilamos una moto eléctrica y nos disponemos a aprender a ir en moto –si, si, era la primera vez que Luis conducía una moto- y a buscar la mejor pagoda para ver el atardecer sobre Bagan. (El precio de alquiler de la moto, puede ir desde los 3500 kyats -2€- por algunas horas, hasta los 8000 kyats -5€- si queréis la moto desde el amanecer hasta el atardecer. Como siempre, os tocará negociar un poco) Nos dirigimos al este sin entender muy bien el mapa, perdiéndonos por los caminos de tierra… Acabamos subidos a la torre de una pagoda, que nos abre un chico que dice ser quien cuida las pagodas cercanas a su casa, para ver así el primer atardecer sobre Bagan. Y sí, los atardeceres aquí tienen algo especial.
Día 12: recorriendo una ínfima parte de los más de 4000 templos de Bagan
Hoy conseguimos madrugar y escaparnos con la moto para ver el amanecer sobre Bagan. Como es de esperar, nos volvemos a perder por los caminos de tierra y acabamos encaramados a otra pequeña pagoda para ver salir el sol. Llegamos a tiempo para ver el espectáculo de los globos aerostáticos. Cientos de globos sobrevuelan los templos y algunos afortunados ven el amanecer desde el aire… (afortunados y tras pagar entre 300 – 400€ por persona…)
Volvemos a desayunar al hotel y tomando el café conocemos a unos auténticos viajeros, a Matt y David. Estos chicos vienen pedaleando en bicicleta desde Nepal y pretenden llegar así a Malasia! Nos cuesta despedirnos de ellos porque sus historias y aventuras atrapan… Finalmente nos ponemos en marcha y con la moto eléctrica nos vamos a recorrer los templos más turísticos de Bagan. Hacemos parada en Gawdawpalin Temple, en Ananda Temple y en Thatbyinnyu temple. No sabemos como llegamos al mercado central y aprovechamos para comer algo ahí. Seguimos la ruta turística y nos dirigimos a la concurrida South Guni Pagoda, donde nos parece ver cientos y cientos de personas preparadas para ver el atardecer sobre sus escalinatas. Nos alejamos un poco del bullicio y nos subimos a una pequeña pagoda para ver desde la distancia caer el sol sobre la Guni Pagoda.
Día 13: nos despedimos de los templos de Bagan y nos vamos hacia Inle
Nos planteamos ir de excursión al monte Popa, pero la experiencia de conducir y perdernos con la moto por Bagan nos ha gustando tanto, que decidimos quedarnos las últimas horas aquí deambulando y buscando más rincones interesantes. Llegamos hasta Dhamma Pagoda, uno de templos más grandes de todo Bagan y que cuenta con unos bonitos jardines. Acabamos el día en Lawkananda Pagoda junto al río y vemos aquí otro atardecer espectacular.
Con el tiempo justo devolvemos la moto y nos subimos al autobús nocturno (esta vez clase vip sleeper!) que nos lleva al lago de Inle (18500 kyats por persona, 10’65€ aprox).
Día 14: llegada al pueblo de Nyaung Shwe, en las cercanías del lago Inle
Como nos había pasado con los anteriores buses nocturnos, llegamos a Inle de madrugada, alrededor de las 5 am. Justo antes de llegar al pueblo de Nyaung Shwe, un funcionario entra en el autobús y nos cobra a todos los turistas el pase para poder acceder a la zona del lago Inle. Nos sorprende pero no nos queda más remedio que pagar los 10 dólares por persona para evitar problemas…
Esta vez en el hostel que teníamos reservado, Joy Hotel, nos dejan hacer el check-in antes y podemos entrar en la habitación a seguir durmiendo. Habiendo descansado un poco nos ponemos a pasear por el pueblo y llegamos hasta la zona norte del lago. Paramos a comer en «Sun Flower Restaurant» justo en el centro del pueblo. Nos lo había recomendado una amiga de Luis y nos insistió en que conociéramos a su dueña, a Zuzu, ya que nos ayudaría seguro a organizar nuestro paso por Inle.
Al caer la noche nos acercamos a la explanada central de la ciudad donde montan una especie de mercado nocturno. Aprovechamos para comer algo diferente y encontramos auténtica comida india (y sin apenas picante, todo un logro).
Día 15: ruta en bicicleta por Inle
Le hemos alquilado unas bicicletas a Zuzu y seguimos según el mapa que nos da «la Red Route«. Recorremos la zona este del lago y nos adentramos en unas cuevas llenas de imágenes de Buda. Cruzamos campos de cultivo y subimos hasta el mirador del restaurante de los viñedos «Red Mountain Estate». No perdemos mucho el tiempo aquí y volvemos a la bici para seguir recto y detenernos un poco antes del “Forest Monastery”. Cuando ya consideramos que estamos bastante alejados del pueblo, nos damos la vuelta para volver a casa. La ruta en bicicleta no es excesivamente dura, pero no estamos muy acostumbrados a pedalear… ya que nosotros somos más de caminar!
Día 16: paseo en barca por el lago Inle
Zuzu nos organiza el paseo por el lago con una barca de la familia. Nos cuesta 25000 kyats (14’38€ aprox) la barca para nosotros dos solos. Hay que decir que si coincidís con más gente en vuestro hostel, seguro que podéis dividir el coste y posiblemente abaratar el precio. El paseo por el lago Inle nos deja sentimientos encontrados. El primo de Zuzu nos hace un recorrido algo turístico a nuestro parecer, cumpliendo con todas las paradas que hacen el resto de barcas y tours organizados.
Para empezar, al acercarnos a la entrada del lago vemos al “pescador falso” que posa haciendo malabares; nos acercamos a los cultivos y jardines flotantes (eso si que nos resulta de lo más interesante!), paramos en los artesanos que trabajan con plata, en unos telares, en el mercado local donde hay más espacio a souvenirs que a productos locales, en los herreros, en los que hacen cigarros, los que reparan las embarcaciones de madera, en la pagoda de los 5 Budas de la «Golden Leaf», en un último monasterio de madera que no recordamos el nombre… y así sin parar… Toda una maratón en barca recorriendo los lugares más visitados y turísticos del lago Inle… Lo mejor del día, es que el primo nos llevó a comer a casa de una familia de amigos suyos, en una auténtica casa flotante del lago!
Al volver a Inle, nos despedimos y damos las gracias a Zuzu por su ayuda. Nos subimos a lo que sería nuestro último bus nocturno en el país. Zuzu nos había conseguido asientos en un autobús a Yangon en el que éramos los únicos extranjeros (14000 kyats por persona, 8’05€ aprox).
Día 17: vuelta a Yangon y últimas horas en el país
Llegamos, como no, sobre las 5h de la mañana a la capital de Myanmar. Cogemos la Circular Lane para volver a casa de nuestra amiga Aída. Aprovechamos la mañana en su casa para descansar y reorganizar la maleta. Realmente nos preparamos para seguir con nuestro viaje y despedirnos del país. Así que justo después de comer cogemos un taxi al aeropuerto para decir definitivamente adiós a este increíble país.
Así nos poníamos en marcha para volar hasta Filipinas, nuestro siguiente destino en nuestra ruta durante seis meses por el sudeste asiático.
Recomendaciones Prisma tras haber visitado Myanmar:
- Llegar al país con el visado on line tramitado. No os olvidéis de ello!
- Llevar siempre dinero en efectivo. En muchos hoteles o restaurantes no aceptan el pago con tarjeta… Además no hay tantos cajeros como uno se espera y prácticamente todos cobran comisión (ni con nuestra estupenda tarjeta Revolut nos salvamos…).
- A la hora de buscar alojamiento, probad a hacerlo con el buscador Agoda. Parece ser que su uso está más extendido que la conocida web de Booking.
- Si uno quiere ahorrar en noches de alojamiento, puede aprovechar los autobuses nocturnos. Aunque sinceramente es difícil dormir del tirón en ellos…
- Intentad saliros de la ruta turística y hablad con la gente local para que os aconsejen. Así evitaréis caer en la «trampa-turista» que llamamos nosotros. A la hora de buscar donde comer, es lo que mejor nos funcionó!
- Si tuviéramos que rehacer nuestra ruta, volaríamos de entrada a Yangon y volaríamos de salida desde Mandalay, ahorrándonos la vuelta a Yangon como nos pasó…
- A la hora de comprar tickets de ferry, tren y autobús, llevad siempre el pasaporte con vosotros. Prácticamente os lo pedirán siempre!
- llevad siempre algo para taparos las piernas, tanto para los chicos como para las chicas, ya que para entrar en templos, pagodas, etc. es un requisito y una muestra de respeto.
- El regateo está aceptado. Así que no os quedéis con los primeros precios que os den en los tuktuks, carromatos, etc. Nosotros intentábamos ser sensatos y llegar a un precio justo. Y si se querían aprovechar de nosotros, nos despedíamos y buscábamos otras opciones. Nos pasó alguna vez que querían cobrarnos más del triple porque se creían que éramos nórdicos… una locura en toda regla!
- Si volviéramos al lago Inle, le pediríamos a nuestro barquero que evitara las paradas tan turísticas que hicimos y que nos llevara a ver la «vida real» de los habitantes del lago.
Si queréis conocer nuestras primeras impresiones y sensaciones nada más dejar Myanmar y ver alguna que otra foto más, os recomendamos que os leáis nuestro Post Diario Myanmar, quédate como estás, en el que explicamos nuestras vivencias más personales en nuestro viaje recorriendo este país.
Si estáis preparando vuestra ruta y tenéis alguna duda, os animamos a que nos dejéis un comentario más abajo ; )